EL NO TAN OCULTO SERVILISMO DE DISNEY HACIA LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESTADOS UNIDOS / comida para creativos


Años atrás, salió al mercado un libro que analizaba –desde una perspectiva marxista- la oportuna relación entre las historietas de Disney y la no siempre pacífica política exterior del gobierno de los Estados Unidos. ¿Cómo leer al Pato Donald? Se convirtió en una lectura obligada para los jóvenes que participaban de un movimiento ideológico de liberación y autonomía. Sin embargo, la insoslayable relación entre las animaciones y los intereses políticos –y económicos, ¿por qué no?- de una de las productoras de animación más grandes del mundo, no murió con el derrocamiento de Salvador Allende ni con la destrucción simbólica del muro de Berlín. El cine infantil de Hollywood es un nuevo trabajo que recopila los mensajes del creador del Ratón Mickey en los últimos quince años.

El período seleccionado no es ingenuo. Se trata de un recorte temporal que comienza con el inicio de la Guerra del Golfo –declarada por Bush padre- y que culmina con la invasión a Irak, suscitada durante la gestión de Buhs hijo. “Es un momento en el que el cine se vuelve desembozadamente propagandista”, explica Marcela Croce, autora del libro, a la agencia de noticias EFE.

Aladdin

La historia del plebeyo que se enamora de una princesa es un cliché. Sin embargo, Disney se las ingenia para vender el mismo pescado muerto –una y otra vez- y, de paso, responder a los intereses políticos del momento. Allá por 1992, la productora lanzó la película Aladdin, en la que se narra la historia de un joven pobre que se enamora de los encantos de Jazmín, la princesa del pueblo. Hasta acá, nada del otro mundo.

Sin embargo, la autora encontró algunos detalles –inadvertidos quizás por la mayoría de los mortales- que podrían dar cuenta del servilismo de la productora. “La película está saturada de rasgos negativos para con la cultura áraba, en un clima inclemente y una geografía desértica. Hay un árabe astuto que trata de engañar a los turistas vendiéndoles productos típicos que resultan inútiles y un sultán tonto con un consejero maquiavélico”, explica Croce. Otro detalle a resaltar, según la óptica de la autora, es la fisonomía de la princesa quien tiene rasgos más judíos que árabes y en su vestimenta se lucen los colores de la bandera hebrea. Por su parte, el “Genio” de la película podría representar a la sociedad de consumo norteamericana con los musicales ostentosos.

Mulán

La película -estrenada en 1998- coincide con la firma del acuerdo comercial entre Estados Unidos y China. Según analiza la autora, el objetivo del filme sería desdibujar los años de comunismo en el país oriental y reposicionarlo, al menos en el imaginario colectivo de los estadounidenses, como una potencia mítica que resalta los valores de la acción y la defensa de la patria frente a la invasión de los hunos. “En el contexto del acuerdo, se traslada la acción a la China imperial y se evita cualquier vínculo con el comunismo”, resume la autora del material que además es profesora de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Buenos Aires.

El Rey León

El estreno de este clásico de Disney coincidió con el fin de la Guerra del Golfo. En la película se presenta a Skar como un personaje siniestro y oscuro. Su nombre en árabe significa “soldado” o “militar” y se puede ver la media luna del Islam cuando el personaje organiza su ejército de hienas. Algunos sugieren que la clásica escena en la que Mufasa, el padre de Simba, se le aparece entre las nubes, tiene una innegable similitud con la estatua de Lincoln en la ciudad de Washington. Además, también se esgrime que el mono representa a la sabiduría y la resignación de la comunidad negra norteamericana.

“Este tipo de personajes influyen al público infantil que es muy vulnerable a los estereotipos porque están atravesando una etapa en el que el pensamiento crítico no está demasiado desarrollado”, resalta la autora y agrega: “Una vez concluida la proyección de la película, el circuito continúa porque en el propio cine se ofrecen productos de consumo inmediato como vasos de refrescos con los mismos personajes del filme, al igual que juguetes, útiles escolares o cadenas de comida rápida en las que el premio del menú infantil son los muñecos de la película”.

En la introducción del libro, la profesora dedica algunas líneas al corto Donald Duck in Nutziland (El rostro del Fürer, para los hispanohablantes) al que califica como un intento para “seducir a los países latinoamericanos a alinearse con la política estadounidense”. El corto, que fue premiado con un Oscar en 1943 se puede ver al famoso Pato Donald como un obrero que se vuelve loco bajo la opresión armada de la alemania de Adolfo Hitler. En el film, castigado por la propia productora y revivido por los canales como YouTube, no sólo se ridiculiza la figura de Hitler, sino que también se hace alusión a Benito Mussolini y al emperador Hiroito.
A continuación, el controvertido corto.