DE CARNE Y HUESO / Álvaro Fernández Mendy

"Cuando Estudiantes de la Plata salió campeón del mundo yo tenía ocho años. A esa edad, estos tipos me parecían héroes que estaban a la altura de cualquiera de los que bajaban las revistas de comics del norte. Al principio recortaba todas las fotos de las revistas y las pegaba en la pared de mi cuarto.

Todavía me acuerdo del día en el que fui con la camiseta del pincha debajo de mi guardapolvo y todos mis compañeros se preguntaban de qué cuadro era. Yo, muy orgulloso, respondía sacando los recortes de mi valija y los pegaba (ya no en la pared) sino en la cara de esos ignorantes.

Pero había otro elemento que guardaba como mi más preciada posesión y era el paquete de figuritas que compraba, todos los días, cuando volvía del colegio. Me cansé de juntar jugadores de todos los equipos buscando a cada uno de mis héroes. Hasta por fin los completé.

A partir de ese momento durmieron junto conmigo, debajo de mi almohada, en el bolsillo de mi pantalón. Venían a tomar el té a la casa de mi abuela francesa y mate a la casa de mi abuela salteña.

Cuando miraba los partidos por televisión me ayudaban a identificar los rasgos que la televisión en blanco y negro (y con menos definición que Ruggieri) me ocultaba. De esto pasaron, hasta hoy, más o menos dos millones de años. Las figuritas se perdieron en alguna mudanza, pero nunca me olvidé de ellas.

Hace un tiempo mi hermano, fanático de boca, me dio un sobre y me dijo: “¿A ver si te acordás?”. Casi me muero. Ahí estaban mis figuritas, mis héroes. Ahí estaba parte de Alvarito. Sí, de Alvarito porque yo también alguna vez tuve ocho años".





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